Puede un pequeño país de apenas 51 mil kilómetros (ocupa el puesto 129) contener el 7% de la biodiversidad del mundo? ¿En 200 kilómetros de ancho ser bañadas sus costas por dos océanos?
Si añadimos que es el país más seguro de Latinoamérica, no tiene ejército, está prohibida la caza deportiva, considerándose como “el país más verde del mundo” por el FNE. Además, su sistema de salud se sitúa dentro de los cinco mejores del mundo y, ojo al dato, ocupa el primer puesto en el Índice del Planeta Feliz.
¿Es o no es un paraíso?
Si con todo esto aún no os he convencido, os invito a un recorrido por varios rincones imprescindibles de Costa Rica. El edén para los amantes de la naturaleza y la ecología, para aquellos que creemos que la Madre Tierra es nuestra casa y, los animales, nuestros hermanos a los que hay que cuidar y respetar:
1 – Tortuguero, el santuario de las tortugas verdes
Tres horas en barco por canales en los que te intimidan el brillo de los ojos amarillos de los caimanes. Vías de agua bordeadas de selva, desde la que se agitan entre las ramas los monos aulladores. Ese es el camino para llegar a Tortuguero, pueblo sin asfalto ni alumbrado, a orillas de un Caribe furioso en el que está prohibido el baño.
Se hace de noche y empieza el espectáculo: es hora de bajar a la playa y espiar en silencio el desove de las tortugas verdes. Majestuosas, salen de las olas y arrastran su cuerpo de dos metros de diámetro tierra adentro, hasta hallar el lugar adecuado en la arena, en la que excavar un hoyo y depositar su futura descendencia.
2 – Puerto Viejo, donde las ranas rojas cantan
Seguimos en el Caribe, pero en una costa mucho más apacible y amable: aquí si toca darse un baño, regodearse en estas playas de ensueño, de aguas cristalinas y palmeras como en esa postal que siempre soñamos…
Después, una incursión al Parque Nacional de Cahuita, entre monos, mariposas gigantes de colores, mapaches masticando cangrejos azules. Cuidado al pisar la hierba mojada: está cuajada de ranas coloradas que al caer el sol entonan su melódica sinfonía.
3 – Volcán Arenal y un baño en la Fortuna
Nos alejamos de la costa para visitar un gigante dormido, que en otros tiempos rugía escupiendo fuego y lava. Pero dicen que sólo es eso, un tiempo de reposo… Bajo su montaña la omnipresente vegetación oculta una cascada de agua fresca y bellísima, enmarcada en un cuadro de flores por las que revolotean un ejército de colibríes.
4 – Volcán Tenorio y el hipnótico color del río Celeste
Dicen que cuando Dios pintó el cielo lavó su pincel en las aguas de río Celeste. Nos encontramos al norte del país, en una zona de bosque tropical nuboso. El verde oscuro y la humedad son los súbditos de este reino que rinden pleitesía a otro coloso en sueños: el volcán Tenorio. Son sus silíceos y filtraciones las que dan este color de brocha celestial a este río.
5 – El Parque Nacional de Corcovado, bosque primario
Al sur y al borde del Pacífico nos trasladamos hasta una de las selvas de árboles más antiguos de los que habitan hoy el planeta. La península de Osa es selva virgen en la que con cuidado y un guía, podemos penetrar hasta sus profundidades, en busca de las huellas del jaguar o el ocelote, tapires o armadillos, tucanes o papagayos, cuatro clases de primates (tití, cara-blanca, aulladores y monos-araña)… También tarántulas y serpientes, e incluso una lucha a muerte entre tiburones y caimanes, cuando sube la marea, en la ancha desembocadura del río Sirena… ¡Os prometo que es real y no un documental de la televisión!
¿Te ha gustado? Pues Costa Rica es mucho más… Un poco de surf en Tamarindo, playas de catálogo en Manuel Antonio, el desove de las tortugas baulas, las más grandes del mundo, en Playa Grande, un paseo por las nubes en Monteverde… ¡Costa Rica es PURA VIDA!