Hoy os voy a explicar 5 razones para viajar a Japón.
Sobre el país del sol naciente se dicen muchas cosas: sobre el carácter peculiar de sus gentes, lo costoso de su estilo de vida, su alto desarrollo tecnológico…
Voy a centrarme en las cosas que, para mi, destacan sobre todo, según mi experiencia, a la hora de realizar una visita a este peculiar y bello país.
1. Su diversión
Todos los que van lo dicen.
Para alguien ajeno a la cultura nipona, Japón es divertido. Y no me refiero solo a “diversión” de fiesta o similares.
Sino a que es difícil aburrirte, aunque sea caminando por una calle cualquiera.
Los letreros, las luces, los escaparates… la gente en sí misma, todo atrae tu mirada.
Si miras al suelo, incluso los lugares más sucios y menos atractivos del mundo, las alcantarillas, son dignos de pararse a hacerles una foto. Sino mira este museo virtual que creé con todas las que vi.

Ya sea en un entorno urbano, ya sea en un entorno natural, Japón es un constante estímulo para tus sentidos.
Y un estímulo que no te hace perder la cabeza: pocas veces un lugar tan hiperpoblado muestra un orden y una armonía tan bestiales.
2. Su gente
Los japoneses son de las personas más singulares que me he cruzado nunca.
Con un dominio del idioma inglés bastante escaso, la comunicación con ellos ya se pone divertida y algo compleja desde el segundo uno.
Pero mucho más si hacen lo que hacen algunos: salir corriendo. Sí, literal. Algunos, por la calle, al dirigirte hacia ellos para preguntarles algo, directamente salen disparados, debido al tremendo miedo escénico de tener que comunicarse en inglés con un “gaijin”, un extranjero.
Pero salvo estos… en general el japonés, literalmente, se desvive por poder complacerte.
Te acompañan hasta el lugar que les has preguntado para que no te pierdas (aunque esté fuera de su ruta), se ponen a hablar contigo en mitad de un “onsen” o baño público para invitarte después a cenar y conocer más de tu cultura…
En fin, algunos son tan enigmáticos como adorables.
3. Su comida
La comida de Japón me sedujo. Me enamoró.
Es, posiblemente, de mis comidas preferidas del mundo. Con una mezcla entre lo vegetariano y lo carnívoro se hace además apetecible a casi cualquier persona que visite el país.
Los noodle y el udón, el sushi, las gyozas, los okonomiyakis, los makis, los extraños takoyakis, pulpo enharinado y sabor dulce…
Una cocina donde el arroz es fundamental y el cuidado por cada ingrediente casi una ceremonia en sí misma.
4. La perfecta mezcla de lo tradicional con lo moderno
En todos los lugares del mundo hay tradiciones, mejor o peor conservadas y más o menos discutibles, que describen las formas de ser de su sociedad.
Pero Japón sorprende porque es uno de los países donde las tradiciones están especialmente bien ligadas con su extrema modernidad tecnológica.
Puedes recorrer ciudades donde ciervos sika campan a sus anchas (enviados de los dioses según, de nuevo, el sintoísmo)
Puedes encontrarte los trenes “bala” más rápidos del planeta recorriendo una tierra verde y frondosa que es respetada y cuidada como una diosa en sí misma (en este caso por el sintoísmo).
Puedes tomar un té matcha (té verde japonés) de rodillas rodeado de japoneses ataviados con kimono al lado de las torres más altas y luminosas.
Puedes entrar a templos donde se hacen los rituales budistas acompañados de su debido selfie.
puedes ver maravillas convertidas en forma de templo, como el de Fushimi Inari, con sus cientos y cientos de torii (arcos tradicionales que se encuentran a la entrada de los templos) extendidos por la montaña.
5. Su naturaleza y sus paisajes
Japón es tecnología, son templos, pero sobre todo… es naturaleza. Un país compuesto por islas, pero de un verdor que deja sin habla. Es uno de esos motivos principales para viajar a Japón que te encuentras cuando ya estás allí.
Y es que, pese a las megaciudades que te puedes encontrar en Japón, la naturaleza está perfectamente ensamblada con sus construcciones en forma de parques.
Pero el punto culminante se encuentra en la construcción de los templos, tanto budistas como sintoistas, que se encuentran en lugares en completa armonía con la naturaleza, elegidos especialmente por el carácter sagrado de ese lugar.
Alejándote de la Japón más urbana, en la rural Shikoku, por ejemplo, encuentras naturaleza pura, con verdes y frondosos valles y templos milenarios recorridos por peregrinos vestidos de blanco.
Espero que estas cinco razones sean suficientes para picaros la curiosidad de viajar a Japón. El país, desde luego, lo merece. Ya lo veréis.